El Vino son miles de matices de la tierra, sol alumbrando su color, esencias, sabores, la recompensa de una cosecha. Embaucado en madera o simplemente vestido de platino, es majestuoso, un arte realzando la tierra. Arte de muchos artes, tradición, pasión, invadiendo nuestros paladares. El vino te hace cerrar los ojos, para contemplar los sentidos. Fundirse en unos labios, con su sabor y olor, dejar huella instigadora, triunfando por su esencia.

© Mar Galván

viernes, 21 de febrero de 2014

Las empresas iberoamericanas del vino deben aprovechar sinergias en tecnología, estrategia ante el cambio climático y enoturismo

Entre la conclusiones de la mesa de trabajo “Medios de producción” en el marco de la celebración del I Foro Empresarial Iberoamericano del Vino que se celebra en Jerez de la Frontera hasta el próximo 22 de febrero.






El sector iberoamericano vitivinícola ha analizado los lazos de unión y las sinergias que pueden aprovechar sus empresas en materia de arquitectura de bodegas, el uso de las tecnologías en la industria vitícola y enológica chilena y argentina, las estrategias ante las incertidumbres sobre la disponibilidad de agua para la viticultura, la sostenibilidad en los insumos de las bodegas y el potencial del enoturismo.


Del 20 al 22 de febrero se está celebrando en la ciudad de Jerez de la Frontera (Cádiz) el primer Foro Empresarial Iberoamericano del Vino (FEIV), bajo la presidencia honorífica de S.M. el Rey Don Juan Carlos I; promovido por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y la Federación Española del Vino (FEV); con el alto patrocinio de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB); bajo los auspicios de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV); el patrocinio de Banco Santander y Amorim; y la colaboración del Ayuntamiento de Jerez, Fedejerez y del C.R.D.O. Jerez-Xérès-Sherry, Manzanilla de Sanlúcar y Vinagre de Jerez.

En él participan empresarios, bodegueros, investigadores universitarios y representantes institucionales de todos los países convocados: Andorra, Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, México, Portugal, Perú, Uruguay y Venezuela, junto con España. Por tanto, reúne al primer país del mundo en términos de superficie de viñedo y producción (España), junto con algunos de sus principales destinos de exportación y actores crecientes en el Nuevo Mundo vitivinícola.

Arrancó esta sesión, moderada por el Catedrático de Viticultura de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y presidente de la Comisión de Viticultura de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), Vicente Sotés, el arquitecto Ignacio Quemada, responsable, entre otras de las obras de Bodegas Campo Viejo. A través de numerosos ejemplos visuales demostró la relación entre arquitectura y vino, una relación “casi simbiótica”, con casos incluso en los que los elementos arquitectónicos han acabado por erigirse en emblema de la bodega. Siempre teniendo presente el valor funcional que ha de tener la arquitectura del vino.

No obstante, la aportación de la arquitectura al vino va más allá de su primordial fin funcional y el de la imagen, ya que también contribuye a la integración de la bodega en el entorno, a mejorar la relación con los clientes y visitantes y a recuperar el patrimonio.
Una vez conocida la relación arquitectura/vino, la sesión ahondó en las características del sector vitivinícola chileno, de la mano de Felipe de Solminihac, responsable de Viña Aquitania (Chile). Se trata de un país cuyas peculiaridades geoclimáticas lo convierten en un “paraíso para la vid”, con gran variedad de climas y de terroirs, además su viticultura se basa mayoritariamente en vides en pie franco. La superficie implantada con variedades viníferas es de 128.637 ha y su producción de vino supera los 1.000 millones de litros (74% tinto y 26$ blancos).

De Solminihac incidió en que el vino “es parte de la alimentación del hombre” y evolucionan conjuntamente. Para adaptar el vino a los cambios sociales es necesario adaptar, por tanto, la tecnología y los conocimientos, para no “desgastarse intentando vender vino, sino vender el vino que el mundo requiere”. Todo ello en un contexto de alta competencia internacional.

Así, destacó las últimas tecnologías aplicadas por el sector chileno en vitivinicultura, como la tecnología aplicada al riego, con el cálculo de evaporización, la vendimia mecánica y los nuevos métodos de selección de uva en bodega, el empleo de nuevos envases y continentes en bodega, la desalcoholización, nuevos métodos de envejecimiento en madera (duelas, chips…) o la convivencia de cierres tradicionales y alternativos.

Al hilo de lo anterior, Carlos de Jesús, director de Marketing de la empresa corchera Amorim presentó los valores de responsabilidad social, pero también económicos, del uso del cierre de corcho en los vinos. Destacó las cualidades del material y la inversión constante en investigación y desarrollo que lleva a cabo la industria corchera en general y Amorim en particular.

Al margen del valor de imagen que aporta el cierre de corcho, “nos enamoramos del vino abriendo una botella cerrada con corcho”, afirmó, este cierre tradicional atesora valores medioambientales y sociales. Así citó que cada tapón retiene 112 gramos de dióxido de carbono, además, los alcornocales y su mantenimiento gracias a la actividad corchera son garantes de la biodiversidad, actúan de barrera contra la desertificación y este sector fija a la población en el medio rural.

Según los datos que presentó, el corcho posee un 70% de la cuota de mercado de los cierres de vino, el 20% corresponde a la rosca y el 10% a los tapones sintéticos. A su juicio, el motivo son las ventajas competitivas que presenta (en EE.UU. los consumidores afirman estar dispuestos a pagar 1,10 dólares más por una botella con cierre de corcho frente a otra con cierre alternativo”.

La influencia de los recursos ambientales sobre las estrategias vitícolas fue el eje de la intervención del Catedrático de Hidrología de la UPM, Luis Garrote. Explicó que un tercio de la superficie total de viñedo en España está en regadío, por lo que el agua, bien por disponibilidades naturales, como a través del riego es un factor importante para el sector.
Aportó datos que revelan los efectos del cambio climático sobre los recursos hídricos, y, por ejemplo, España está entre las zonas con una mayor variación negativa de volumen de escorrentías (reducción superior al 40%), con especial incidencia en las cuencas del Guadiana y del Guadalquivir. No obstante, es un problema global, pues el cambio climático afecta a la mayor parte de las regiones vitivinícolas mundiales.

Hay, por tanto, una incertidumbre real sobre las disponibilidades futuras de agua para la vitivinicultura. Así, el sector debe adaptarse, mediante estrategias adecuadas a este cambio: incrementar el suministro en las regiones donde no se hayan regulado los recursos disponibles totalmente, aumentar el rendimiento del agua que se utiliza (riego localizado) y reducir la demanda.

Por su parte, Gabriel Fidel, Pro Secretario del Comité Ejecutivo de Bodegas de Argentina, miembro de Wines of Argentina, de la Sociedad Argentina de Profesionales del Vino y del Comité Olivícola de Mendoza, presentó la vitivinicultura argentina.A su juicio, la vitivinicultura mundial está llena de oportunidades de inversión y nuevas áreas de producción.En un contexto cada vez más global, la Argentina es una de ellas.

Argentina cuenta con una producción aproximada de 1.600 millones de litros de vino, lo que la sitúa como quinto productor mundial. Su sector lo componen unas 1.000 bodegas y 21.000 productores de uva.

Fidel relató los cambios de estrategia acometidos en Argentina, con grandes niveles de inversión en nuevas tecnologías en bodega, así como el impacto que tuvieron sobre el sector la ley de 1984 de Fraccionamiento en Origen, que obligó a que el vino saliera embotellado en origen, lo que generó valor en origen e impulsó la calidad; así como el acuerdo Mendoza-San Juan para derivar excedentes a mosto. 

A su juicio, otros elementos que han contribuido al actual desarrollo del sector fue el establecimiento de un plan estratégico vitivinícola, la creación de la Corporación Vitivinícola Argentina y de Vinos de Argentina, que le permitió dotarle de una estrategia estructurada de sus vinos en el exterior. Este experto animó al sector a plantear estrategias pensadas globalmente, que incorporen al vino dentro de la cultura, tanto en su fase de producción, como de consumo.

El enoturismo se develó como un nicho de negocio esencial para la rentabilidad del sector iberoamericano. Rafael Fuentes, jefe del área de Turismo del SOPDE ofreció datos sobre el impacto económico del turismo del vino: España recibió en 2013 7,4 millones de turistas extranjeros cuya primera motivación es la gastronomía y el vino, un 32% más que en 2012, lo que genera un volumen de negocio de 8.700 millones de euros al año. Además, hay que tener en cuenta que un 66% de los enoturistas en España es de origen nacional y que el gasto medio de los enoturistas españoles es el doble del turista convencional.

La tendencia de los indicadores enoturísticos son al alza y las bodegas que lo implementan ven mejoradas tanto su imagen de marca, como sus cuentas de explotación. Alertó de que el turismo, en general, ha cambiado, por lo que el turismo de vino per se no es suficiente, se deben ofrecer “experiencias, sensaciones, historia… incluso vino”, además hay que tender a la unión entre empresas, con el modelo de las Rutas del Vino, para tener actuaciones conjuntas y coordinadas.

Cerró la sesión José Antonio Vidal, que presentó la Asociación Iberoamericana de Enoturismo (AIE), iniciativa que tiene como metas fomentar el enoturismo de manera conjunta como el sector, así como la formación de profesionales turísticos expertos en enoturismo.

La definió como un organismo internacional sin ánimo de lucro, que nace con el propósito de integrar a todo el sector enoturístico iberoamericano para, como asociación de asociaciones, de empresarios y de Estados, “conjuntar definitivamente esfuerzos, actuando como interlocutor válido bajo una sola voz antelos gobiernos de los estados miembros para, contando con su apoyo institucional, conseguir sus objetivos”.

A su juicio, es necesario unificar la dispersa oferta enoturística de cada país iberoamericano, y efectuar acciones y planes de comunicación e imagen conjuntas en ferias, congresos, etc. Asimismo, defendió la utilidad de contar con una formación enoturística armonizada, que facilitaría la profesionalización del sector y la movilidad de sus profesionales; y el desarrollo de una política común iberoamericana en materia de enoturismo, que cuente con el apoyo de las Administraciones.

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